viernes, 16 de noviembre de 2012

EN EL BOSQUE

EN EL BOSQUE


Estaba el abuelo sentado en una silla baja de enea en la puerta de su casa, tomando los últimos rayos de sol del día.

Pensando que ya en el otoño de su vida pocas cosas podía hacer y que poco contaban con él para hacer nada. Pues aunque esfuerzos físicos no podía hacer ya que su  cuerpo estaba muy cansado, sí podía contarles cosas a los niños de los años de  su juventud y así poder entretenerles.

Los niños cuando pasaban por delante de la casa le llamaban .

-         Tío Paco, salga a contarnos algo.

Él, contento con que lo llamaran, salía.

Los hijos, le decían que no metiera en la cabeza de los niños, las cosas que él había vivido y que ahora les contaba, pues esos cuentos no les iban a llevar a ningún sitio.

Pero el tío Paco no les hacía caso y sabía que lo que él había vivido, los niños de ahora no lo vivirían, pero con todo y eso él se lo contaba, para que no cometieran los mismos errores que  otras personas cometieron.

Era otoño,  un día fresco pero con sol, iba paseando, por el bosque, sintíéndo cómo se caían las hojas de los árboles y cómo se formaba una alfombra debajo de sus pies, cuando de pronto pisó algo duro, como no sabía que era, se agachó para verlo, era una granada de mano de la guerra civil, se quedó atónito.

Entonces recordó que allí había sido un campo de batalla, donde luchaban hermanos contra hermanos y nunca mejor dicho, pues los que se enfrentaban eran gente del mismo pueblo, donde el odio había prendido entre ellos. Donde se acusaban de cosas que no habían hecho, sólo para quedarse con lo poco que tenían o por celos, porque la mujer que querían había preferido a otro.

A los maestros, por enseñar en las escuelas, que todo el mundo éramos iguales.

Todo eso era suficiente para llevarlos al paredón.

Querían que todo siguiera igual, que los caciques mandaran en los pueblos y todo el mundo dijera:
-         Si señor, lo que Vd. Diga. Señor.

El tío Paco, lo que quería que entendieran es que la violencia genera violencia.

Que a la violencia no hay que contestar con violencia, sino con razón, aunque es cierto que es muy difícil razonar en algunas ocasiones.

PAULA C. MENA

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